Este municipio de la comarca de Sierra Mágina ocupa el espacio oriental de la misma y se encuentra mirando hacia la sierra de Cazorla y el río Guadiana Menor, en un espacio de tierras áridas y erosionadas que configuran espacios naturales únicos en la provincia.
La mitad de su término municipal es tierra de cultivo en la que predominan los cultivos herbáceos de secano, que casi duplica la superficie del olivar. En las tierras no labradas se reparten la superficie entre los pastos permanentes, terrenos forestales y tomillares y espartizales. La ganadería, principalmente ovina, completa la dependencia económica del sector agrario.
Los primeros vestigios de la presencia humana en este municipio se remontan al II milenio a.C.. Se trata de un conjunto de objetos correspondientes al ajuar de un enterramiento colectivo de la Edad del Bronce en una cueva de la Sierra de Cabra.A falta de estudios de las épocas más antiguas de esta población, tan sólo cabe apuntar que en época ibérica por la zona pasaba la ruta de intercambio de productos que desde Granada se abría al Valle del Guadalquivir.
En época romana debió existir un poblamiento disperso por el municipio, con la proliferación de pequeñas explotaciones agropecuarias. Del asentamiento islámico aún se conservan restos de una importante fortificación en el cerro de San Juan, que los investigadores han identificado con la fortaleza de Bagtawira, citada como una de las posesiones de los b. Habil, familia muladí que se rebeló contra los emires cordobeses a finales del siglo IX y principios del X, sometidos finalmente por el emir Abd al-Rahman III.
La población fue conquistada en 1245 por Fernando III y unos años después Alfonso X la cedió al Concejo de Úbeda. Pero hasta el año1492 no pudo disponer con entera libertad Úbeda del término de Cabra. Esta disposición se concretó en un progresivo asentamiento de ganaderos en las tierras del término hasta constituir un pequeño núcleo de viviendas que dieron lugar finalmente a la aparición de una pequeña aldea y nombraron, para su mejor gobierno, dos alcaldes ordinarios y dos concejales. A estos ganaderos les pusieron un tributo de ocho millones de maravedís a cambio de lo cual les entregaron cien cuerdas de tierra a cada uno. En 1561 acudieron cincuenta vecinos más que pidieron a Felipe II les concediera las mismas ventajas que a los anteriores. El rey, en carta dada en Toledo, accedió a lo solicitado. A esta decisión real se opuso Úbeda, pero los habitantes de Cabra ganaron el pleito.
A principios del siglo XVII, el paso por esta población de un arriero, que portaba una caja con un lienzo, iba a convulsionar la vida, fisonomía y el nombre de esta pequeña aldea y a constituirla en un importante centro de peregrinación, al que acudirían gentes de los puntos más diversos de Andalucía El lienzo era una copia del cuadro del Santo Cristo de Burgos que iba camino de Guadix y que al ser admirado por la posadera María de Rienda, curó milagrosamente un brazo manco, siendo llevado de inmediato el cuadro a la parroquia. Cuando el dueño, don Jerónimo de San Vítores de la Portilla, reclamó su propiedad ante el nuncio de su Santidad, los vecinos de Cabra acudieron al obispo de Jaén, quien convenció a su propietario, a cambio de una serie de prebendas, para que el cuadro quedase definitivamente en su población. Interesado el cardenal Moscoso, obispo de Jaén, en retener la imagen en la villa, auspició un gran templo realizado en su mayor parte por el afamado maestro de las obras del obispado Juan de Aranda. Esta población que hasta esas fechas se denominaba «Cabrilla» a partir de la llegada del milagroso lienzo añadió el sobrenombre religioso de Santo Cristo, por el que hoy es conocido.
Este acontecimiento se entremezcla con pleitos, cambios de la titularidad y jurisdicción que sufrieron las tierras de su término a lo largo de la Edad Moderna. En el siglo XVI el término constituía señorío territorial de los marqueses de la Rambla, en el XVII Felipe IV vendió la aldea de Santo Cristo a José de San Vítores, a la postre vizconde de Santo Cristo, y no es hasta finales del siglo XVIII cuando aparece como una villa realenga.
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